VIAJE EL
Como aquel clásico de Graham Greene, Viajes con mi tía, así podríamos emprender éste, el que nos invita a hacer Elena Anníbali. Hay que ir bien provistos, por eso el comienzo es una prueba técnica, para avanzar, en un camino que -de verso a verso- deviene mapa: de lo que por desconocido se torna peligro inminente. Es ahí donde la poeta planta bandera -donde funda su poética-, y nos abandonamos a la suerte de lo por venir.
Porque este viaje nos depara varias paradas. Y para seguir es necesario una guía, un hilo posible: la sensación que nos deja cuando corre, la palabra, por sobre/las cosas, como un viento/sobre la cara. Nada de lo que pudimos prever está anunciado. Y pensamos en la tierna dicha de las mariposas nocturnas/volando en torno a la luz/celebrando su pequeña, artificiosa/divinidad.
Una distopía lírica. Y algunos rastros. Como cuando en algún sitio nos advierte: debo ver más que eso, escribir sobre/cosas trascendentes, y aún queda camino por recorrer y nosotros ahí, con ella.
Juan Fernando García