URBE ENARDECIDA UBRE ENARDECIDA
Rápida y vertiginosa, la escritura destella, explota, viaja, se transforma. Hay una mirada pequeña que se mantiene, esa niña que se transforma no deja de ser niña. Podrá volar como pájaro o en avión, cruzar océanos en barco o ser pez, andar a caballo o volverse potra, pero siempre es niña y mujer, hija y madre, poeta y viajera. En un instante, puede convertirse en lo que desea; no sentir más que pérdida al siguiente. Ser algo, no ser, discrepar, divergir. Entre la tragedia shakespeariana y la reflexividad, multiplicidad, de Pessoa, la voz de Wong no cesa de bifurcarse, encontrando en esos giros una mezcla de ardor y tristeza nostálgica, una saudade musical muy particular.
El reconocimiento ineludible de las heridas propias y heredadas abre el camino para esta escritura viviente, mezcla preciosa de carne y terciopelo, de vidrio y fuego, que no cesa de mutar frente a nuestros ojos y así, incisiva, veloz, nos cambia.
Karina Macció