JARDIN DE NOCHE
El tiempo siempre pasa veloz cuando miro el jardín. Así comienza cada uno de los relatos de este libro. En todos ellos las protagonistas son mujeres, a las que une la certeza de que su vida pudo haber sido más plena de lo que fue hasta ahora. Este sentimiento de insatisfacción las asalta puntualmente de noche, en la soledad de su jardín, mientras beben un gin tonic. Como muchos personajes de Morábito, todas ellas se encuentran en una encrucijada sin saberlo. La engañosa tranquilidad que las rodea, el silencio que reina en medio del follaje oscuro y la lasitud producida por el alcohol las predisponen a algún acontecimiento decisivo, tan anhelado como temido. Y ese acontecimiento se produce en cada historia, creciendo subterráneamente como esa raíz que, en uno de los cuentos más inquietantes del libro, ha atrapado toda la savia del árbol hasta convertirse en una creatura monstruosa que igual repta a flor del césped que medra en lo más profundo de la tierra, justo como esas mujeres, divididas entre la necesidad de un abrigo seguro y el deseo de vivir a fondo sus vidas.