EL EDIPO EN CUESTION
FREUD LACAN EL BINARISMO Y SU DECONSTRUCCION
En 1983, en la última novela protagonizada por su alter ego Nathan Zuckerman, Philip Roth escribe: Él es el último padre a la vieja usanza. Y nosotros, pensó Zuckerman, los últimos hijos a la vieja usanza. Quienes vengan detrás, comprenderán acaso cómo a mediados del siglo XX, en esta enorme, relajada e inconexa democracia, un padre ni siquiera hacía falta que fuese un padre sabio, ni eminente, ni dotado de un poder demostrable podía alcanzar la dimensión del padre de un relato de Kafka? No, ya está casi acabada la buena vieja época en que la mitad del tiempo, sin saberlo siquiera, un padre podía sentenciar a un hijo a ser castigado por sus crímenes, y en que el amor y el odio a la autoridad llegaban a convertirse en un tremendo y doloroso y enmarañado lío. Cuarenta años después, el pronóstico de Ph. Roth resulta sobradamente cumplido. Felizmente la declinación del patriarcado es hoy inexorable en las sociedades occidentales. Ahora bien, con su desplome no queda sepultado, junto a los restos del padre de Nathan Zuckerman, el complejo de Edipo freudiano? Y cómo podría ser otro el porvenir del psicoanálisis si, como se lo suele entender, se funda en el postulado de que ese padre caduco y los líos que traía son hechos universales e imperecederos? Es inocultable que el psicoanálisis viene perdiendo, ante la opinión pública, su aura inaugural de camino hacia la emancipación subjetiva y la liberación sexual. Ahora esa promesa está acaparada por las antes represivas cirugía y terapia hormonal, mientras los psicoanalistas pasamos a ser recelados como agentes de la heteronormatividad.