LEYENDA DEL SANTO BEBEDOR
Bajo los puentes del Sena acampa el clochard Andreas Kartak, originario, como Roth, de los confines orientales del Imperio austrohúngaro. Será allí, en las escalinatas de piedra de uno de esos puentes, donde el azar cambiará por completo su vida cuando un caballero de edad madura y bien trajeado le ofrezca doscientos francos para salir de la indigencia. Su conciencia y honradez le impedirán aceptar el dinero porque intuye que jamás podrá devolverlo. Solo la condición de restituirlos a santa Teresita de Lisieux de la iglesia de Sainte Marie des Batignolles le hará cambiar de opinión. El relato narra un mito urbano que se escuchaba en las tabernas parisinas de entonces, reelaborado con las mentiras que el propio Roth contaba sobre su propia vida. Es, en definitiva, la crónica íntima de un deseo, la restitución del dinero, y la imposibilidad de cumplirlo, cuando el vino, la absenta y los encuentros casuales con mujeres y viejos amigos lo impiden. La leyenda del Santo Bebedor es considerado el testamento narrativo de Joseph Roth, una parábola perversa que recoge aquella máxima del autor cuando afirmaba: «Todas las buenas ideas me vienen bebiendo»